lunes, 12 de febrero de 2024

NATASHA G. VASILÍEV

 


   HACE UNOS AÑOS, MI SOBRINA ME DIJO QUE NO SABÍA DE DÓNDE HABÍA SALIDO SU NOMBRE. YO LE CONTÉ UNA HISTORIA MUY ANTIGUA, PARA QUE ELLA SUPIERA EL PORQUÉ DE SU NOMBRE.

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   No tengo documento que lo certifique ni fotografía que lo acredite; pero tan cierta es esta historia que voy a contar, como que el cuerpo en el que alguien me ha encerrado, va a ser pasto de las llamas más pronto que tarde.

   Corrían los primeros años de la década de 1960, en un pequeño pueblo de la estepa ucraniana sovietizada, llamado Rycyne. En una humilde casa del centro de la población, vivía la familia Vasíliev, compuesta por el matrimonio y cinco de sus hijos. La hija mayor ya se había casado por el rito ortodoxo, y se había emancipado. Su marido era un buen hombre, trabajador y sensato, que lo más importante en su vida, era hacer feliz a Kary, la mayor de los Vasíliev. Ella, por otra parte, estaba muy enamorada de él, pero siempre estuvo muy influenciada por su madre, al igual que sus dos hermanas. El más pequeño de los niños se llamaba Alekséi Vasíliev, y su hermano Vova, algo mayor que él, era el preferido de toda la familia, porque era muy seductor, zalamero y halagador.

   Hacía años que el señor Vólkova, propietario de la casa que habían bautizado como “Arinta”, y que estaba tres fincas más allá, de la de los Vasíliev, venía con su esposa Ekaterina y su hija Ekaterina a veranear a Rycyne. La pequeña Ekaterina, era muy guapa, simpática y agradable; pero de carácter era como un potro alazán sin doma. La familia Vólkova vivía en Kiev y él pertenecía al Politburó soviético.

   El verano de 1963, mientras estaban en Rycyne, la señora Ekaterina Vólkova sufrió una gravísima y fulminante enfermedad, de la que falleció. También ese año, Kary Vasíliev, había tenido un hijo al que habían puesto por nombre Dmitry. Ese nombre gustaba a los padres y a todos los hermanos de la madre, ya que Kary tuvo la gran delicadeza de consultárselo, y todos asintieron.

    El señor Vólkova enterró a su esposa en Rycyne, y se fue para Kiev con su pequeña Ekaterina.

   Al año siguiente, en 1964, hacía dos años que Alekséi Vasíliev se había metido en un convento, buscando, ya desde muy pequeño, respuestas a su vida y caminos a seguir, para alcanzar objetivos que merecieran la pena. Ese verano, estando Alekséi de vacaciones, llegó a Rycyne el señor Vólkova con su hija Ekaterina, su nueva esposa Natasha Ivánova y la hija de ésta, Natasha Ivánova.

   La pequeña Natasha tenía la misma edad que su hermanastra Ekaterina, y era el paradigma de la feminidad: dulce como el almíbar, mansa como las aguas de un lago y bella como un amanecer de primavera. Alekséi se fijó en ella al momento de conocerla, y quedó cautivado.

   Ese verano, todos los niños y niñas de la vecindad, lo pasaron jugando al escondite, a la chinga, a las cuatro esquinas, a la zapatilla por detrás y todos aquellos que las dos hermanas importaron de Kiev. Ellas eran el blanco y objetivo de todos los chavalines del grupo; pero Alekséi Vasíliev siempre trataba de estar, y lo conseguía, en el equipo de Natasha Ivánova. A la hora de salvar a alguien, Alekséi salvaba indefectiblemente a Natasha. Y parecía que, en reciprocidad ocurría lo mismo. Natasha aprovechaba para coger de la mano a Alekséi cuanto podía, y el guion del juego exigía un contacto físico. Alekséi soñaba todas las noches, que tomaba un tren con su querida Natasha, y salía de ese horrible pueblo estepario.

   El verano agonizaba cuando el señor Vólkova informó a todos los vecinos, de su intención de vender la casa de veraneo. Alekséi no podía creer, que ya nunca más vería a Natasha. Decidió que tenía que salir del convento, y seguir estudiando en una escuela seglar, pero tuvo que cursar un año más en el noviciado. Allí siguieron sin dar respuesta a sus inquietudes, ni satisfacer sus necesidades vitales. A principios de septiembre de ese año de 1964, toda la familia Vólkova tomó un tren con destino Kiev, para no volver.  Alekséi se quedó en Rycyne desalentado y roto en pedazos. Justo unos días antes de reingresar en el convento, su hermana mayor tuvo una niña. Era preciosa. Era como la estrella Polar, o como toda la constelación de Orión. Alekséi siempre vio en esa niña, la cara de su querida Natasha. Kary, la hija mayor de los Vasíliev, tuvo nuevamente, la delicadeza de consultar con sus padres y hermanos, el nombre que les gustaría para la niña. Hubo muchos nombres para elegir. Vova era partidario de llamarla Ekaterina, como la hija de Vólkova que hacía unos días se había ido para siempre. Alekséi puso todo su empeño en que se llamara Natasha. Para Alekséi, era algo que debía de conseguir al precio que fuera. Tanto insistió Alekséi, y tanto les gustaba el nombre de Natasha también a sus padres, que Natasha la bautizaron. Vova seguía prefiriendo el nombre de Ekaterina y su hermana mayor le prometió que, la próxima niña que tuviera, se llamaría Ekaterina. En enero de 1967, la madre de Dmitry y Natasha cumplió su promesa, y llamó a su segunda hija Ekaterina.

   Alekséi se ahogaba en Rycyne. Él necesitaba más aire para respirar, del que el pueblo disponía. A los pocos años, Alekséi también tomó un tren, pero con destino Odessa. De ahí se fue a Minsk. Y luego viajó y viajó. Viajó por todo el mundo. Se casó y tuvo dos hijos. En ocasiones volvía a Rycyne para ver a su familia. En uno de esos viajes, alguien le contó que había visto a Ekaterina Vólkova. Había estado unas semanas en Rycyne de vacaciones, con su marido y su niña pequeña. Y le dijeron que Natasha Ivánova había muerto. Alekséi Vasíliev no pudo seguir escuchando. Notó como se desprendía un trozo de su corazón. Entró en un largo y oscuro túnel, en el que al final, había dos niños de espaldas. Quietos y cogidos de la mano. Eran él y Natasha Ivánova. Desde entonces Alekséi ya no quiso volver más a Rycyne. Pero siempre supo, que algo vivo había quedado de su amada Natasha: su sobrina Natasha G. Vasíliev, que sigue viviendo en Rycyne y dentro de muy poco, va a ser abuela.

  Tan cierta es esta historia, como que después de la noche llega el día, y como que en mi pasaporte dice que mi nombre es Alekséi Vasíliev.

NATASHA G. VASILÍEV

     HACE UNOS AÑOS, MI SOBRINA ME DIJO QUE NO SABÍA DE DÓNDE HABÍA SALIDO SU NOMBRE. YO LE CONTÉ UNA HISTORIA MUY ANTIGUA, PARA QUE ELLA...